La
versión de la Antígona de Leopoldo Marechal propone la rebeldía femenina contra
el poder patriarcal y la ley hecha por los hombres. Las connotaciones
universales de la obra de Sófocles han hecho que la versión original se
multiplicara con variaciones de tiempo y espacio, inmortalizando así la
condición central de la protagonista femenina, tal como lo sugiere Jennifer Duprey (2013) “The myth of Antigone is trans-historical,
that is, it travels across history, not outside it”. [1][1]
Antígona Vélez es un
canto a la soledad, a sus valores, a su espíritu de lucha, a la fuerza del
destino y al libre albedrío. Puesta en las tierras donde se acaba la
civilización frente al territorio bárbaro, otra vez resurge el mundo del mito en
un espacio todavía virgen y salvaje proponiendo un doble análisis, el de la
ficción y el de las circunstancias políticas. Por un lado, la Antígona trasgresora
y libre del diecinueve, cuya dimensión humana abre un vínculo atemporal con el
mito, estableciendo sus coordenadas en el límite de lo racional y la sin razón,
no sólo por esa sensación de vacío existencial que propone la soledad infinita
a sus personajes, sino porque allí, en un ambiente rústico, violento y
masculino, una mujer valiente podía adquirir una fuerza distintiva,
diferenciada del modelo y de la época. Por el otro, Marechal supo como adecuarlo a una realidad
socio-política contemporánea a su
producción literaria. En un ámbito caratulado como populista parecía difícil
una opción poética capaz de crear un espíritu inquebrantable y femenino. Eva
Perón lo intuyó así y motivó al autor a descifrar una versión argentinizada, en
el preciso instante en que la mujer accedía al derecho del voto popular.
Por lo tanto, la
obra nos propone una doble alternativa de análisis: La condición subordinada de
la mujer en el siglo XIX y esta otra, la de su inclusión literaria en época de
Perón como ejemplo de lucha, en el preciso instante en que la mujer daba un
salto de calidad, siendo Antígona, modelo para ser imitada.
Un año antes de Antígona
Vélez, en un previo acercamiento a la tragedia griega, Marechal estrenaba, en
la Facultad de Derecho, una adaptación de “Electra”[2].
Del mismo modo poco tiempo después aparecía la versión de “Medea” a través de “La
Frontera” de Cureses [3].
No son fortuitas ni ocasionales las representaciones argentinizadas de las
obras clásicas de origen griego. El texto original de Antígona había sido
extraviado por la primera actriz Fanny Navarro, razón por la cual Eva Perón
pidió expresamente a Marechal a que reescribiera la obra para ser representada [4].
“Algo se transformó en el camino cuando
apareció la figura de Eva, la amada de los pobres, la Diosa Atenea reencarnada
en la pampa argentina, una Antígona viviente y liberada de todo prejuicio” [5] (Cabrera,
2017); así, a pedido del oficialismo,
se presentó la adaptación de la obra de Sófocles, adjudicándose el Premio
Nacional de Drama. El Teatro Nacional Cervantes albergaría, de este modo, el
significativo valor de haber representado por vez primera la versión nacional
del original griego, la mujer decimonónica, trasgresora y libre, cuya dimensión
humana abría un vínculo atemporal con el mito y con la expresión universal de
la literatura. Antígona Vélez se estrenará el 25 de mayo de 1951 en Buenos
Aires [6]; una fecha apropiada para rubricar la defensa
del carácter nacional de la cultura en contacto con el mundo clásico.
[1]“El mito de Antígona es transhistórico, es decir, viaja a través de la historia, no fuera de ella”.
[2]
Electra de Eurípides, la
más acabada de las tres versiones griegas (además de Esquilo y Sófocles) por
acción y construcción psicológica.
[3]
La Frontera de David
Cureses, galardonada con el Premio Argentores 1960 al mejor drama, fue
estrenada en el Teatro El Gorro Escarlata el 2 de diciembre del mismo año.
[4]
Martínez Gramuglia, Pablo; “Mito, política y usos políticos del mito:
Antígona Vélez”; Cuadernos del
CILHA - a. 8 n. 9 - 2007 (41-50).
[5] Cabrera, Carlos: “La noche de los cuadernos rotos”,
Ediciones Felicitas, Buenos Aires, oct. 2017, pág. 110.
[6] Antígona Vélez
guarda una anécdota curiosa: Marechal había entregado los originales de su obra
al secretario de informaciones del peronismo Raúl Alejandro Apolo. Extraviada y
sin duplicado estaba destinada a fenecer. El funcionario reclamó varias veces a
Marechal que reconstruyera el texto. No hizo caso, hasta que intervino Evita
expresándole su deseo de ver la obra representada. Se estrenó con apenas diez
días de ensayo bajo la dirección de Enrique Santos Discépolo. Había orden de
estrenarla en fecha patria. Según la crítica la presentación fue un desastre
pero el libreto salió indemne.
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